Un estudio (Postpartum maternal sleep, maternal depressive symptoms and self-perceived mother–infant emotional relationship, L Tikotzky - Behavioral Sleep Medicine, 2016) examinó lo vínculos entre el sueño materno, los síntomas de depresión materna y las percepciones de las madres sobre la relación emocional con sus bebés. Se encontraron correlaciones significativas, controladas por la gravedad de la depresión, entre un sueño materno más fragmentado y percepciones maternas más negativas de la relación madre-hijo.
¿Por qué me pareció importante hablar sobre este tema?
Porque muchos padres me consultan después de haber pasado muchos meses (o años) durmiendo mal, o me comentan que por mucho tiempo dudaron en consultar ya que siempre se considera "normal" dormir mal cuando uno tiene hijos chicos.
Es verdad que el sueño del bebé y niño pequeño es leve, fragmentado, que tiene despertares frecuentes en la noche por muchos años mientras está madurando. Sin embargo, también es verdad que hay mucho que se puede hacer para mejorar el sueño del bebé/ niño, aunque el mismo no haya madurado completamente aún, sin hacerle daños o interferir en su maduración, respetando sus tiempos. Mejorando el sueño de los niños, los padres también logran descansar mejor.
La culpa que a veces nos hacen sentir por querer dormir mejor, cómo si estuviéramos haciendo algo malo al intentar mejorar el sueño de nuestros hijos, no tiene ningún fundamento científico. Al contrario, estudios como este demuestran que el sueño fragmentado tiene muchas consecuencias negativas, incluyendo un peor desempeño como padres, menor apego en la relación, todo eso porque nuestro cuerpo responde a la falta de sueño con cambios en el humor, falta de concentración, entre muchas otras cosas.
Por eso, los invito a leer, consultar y hacer lo que puedan buscando un mejor sueño, tanto del niño como de ustedes, ya que el sueño de calidad solamente nos ayuda a ser mejores padres y disfrutar más de nuestros hijos.
"Tuvimos otra mala noche. Finalmente dormimos 2 horas a las 7 am. Que broma. Me siento como un cristal fino, como si me pudiera romper. Fui muy duro cambiándolo a las 4 cuando no dejaba de llorar. Entiendo totalmente el abuso infantil ahora. Realmente lo entiendo. No puedo dejar de llorar. Lloré toda la noche... (5 de octubre)" - traducido del libro Un diario del primer año de mi hijo, de Anne Lamott
Paula Roitman
Pedagoga especializada en el Aprendizaje del Sueño Infantil
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