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Terror Nocturno

Paula Roitman

Los terrores nocturnos representan despertares incompletos del sueño profundo.

Las características y el significado de tales eventos varían con la edad, factores fisiológicos, conductuales y psicológicos.

Un niño que experimenta el terror nocturno no está realmente despierto o plenamente consciente de sus acciones; no está soñando.

La transición del estado de sueño profundo hacia el comienzo de la vigilia ocurre repentinamente en los niños, al final de cada ciclo de sueño. De repente y sin advertencia, el niño se mueve. Puede voltearse en la cama, y con frecuencia abrirá y cerrará brevemente los ojos antes de descender de nuevo a un sueño más profundo y comenzar el próximo ciclo de sueño.

Durante esta fase de transición, un niño se encuentra en un estado de vigilia parcial, en algún lugar entre el sueño profundo y el despertar completo, con algunas características de ambos. Usualmente esta fase es breve. Pero a veces no funciona tan bien. El niño puede comenzar a despertar, luego comenzar a caminar, golpear, gritar o correr. Son estos "eventos confusionales" que los padres a menudo encuentran alarmantes.

Cuando existe un equilibrio adecuado entre las fuerzas que controlan el sueño y la vigilia, el niño duerme bien por la noche, se mueve suavemente de un ciclo de sueño al siguiente, se despierta fácilmente por la mañana y generalmente estará alerta durante el día. Durante el sueño profundo temprano en la noche, su impulso de dormir debe ser fuerte y su impulso de despertarse debe ser débil.

Hacia la mañana, cuando su sueño sea más liviano, el impulso de dormir debería ser más débil y el impulso de despertarse debería ser más fuerte, lo que facilitaría su despertar. Pero si el equilibrio no es el correcto, si uno de esos factores es fuerte cuando debería ser débil o viceversa ,débil cuando debería ser fuerte o si su sueño es ligero cuando debería ser intenso, presenta la condición en la que ocurren los terrores nocturnos.

Por lo general, los terrores nocturnos ocurren al final del primer o segundo ciclo de sueño, entre una y cuatro horas después de quedarse dormido.

En los niños pequeños, hasta los cinco o seis años, son tan comunes que la mayoría se consideran típicos del desarrollo, lo que significa que los eventos solo reflejan la maduración normal de los sistemas de sueño del niño.

Durante tales episodios, no podrás despertar a tu hijo, pero después de un período de no más de cuarenta minutos (en general entre cinco y veinte minutos) se calmará, se despertará brevemente y volverá a dormir. Él recordará poco o nada del episodio.

Los cambios que crean esta apariencia de malestar (aumento de la frecuencia cardíaca y de la presión arterial, ojos saltones, gritos) son respuestas a la actividad generada en las profundidades del sistema nervioso, sin que haya ninguna emoción o pensamiento consciente involucrado.

Algunos factores que hacen que haya desequilibrio entre las fuerzas que controlan el sueño son: desarrollo, cansancio extremo, algo importante que hacer el proximo día, luz en la habitación, ruido, o cualquier otro estímulo sensorial, la falta de rutina, enfermedades, medicaciones.

Al decidir qué tan significativos son los terrores nocturnos de su hijo y si debe hacer algo al respecto, hay varios factores en los que pensar; la edad de su hijo, la frecuencia, duración e intensidad de los episodios, la medida en que interrumpen el sueño de otros miembros de la familia, incluido el suyo, qué consecuencias sociales pueden tener, el riesgo de lesiones, cualquier factor desencadenante identificable y cualquier estresante psicológico.

Sin ningún tratamiento, los terrores nocturnos típicos de un niño pequeño generalmente se superarán a los cinco o seis años. Los factores emocionales raramente son la causa durante estos primeros años, pero si parecen serlo, por ejemplo, si los episodios coinciden con un evento significativo entonces es posible que deba considerar una consulta con un profesional. Sin embargo, las causas de los despertares parciales más comunes en estas edades (horario irregular, estar cansado) son más fáciles de tratar.

Para intentar disminuir estos episodios, algunos consejos: asegurar que su hijo duerma la cantidad de horas que necesita, que tenga una rutina regular, un ritual calmo y tranquilo antes de ir a la cama, con una hora apropiada para esto.

Durante un episodio, no hay nada que se pueda hacer, solo esperar que se termine, mantenerse calmo, observar y cuidar para que su hijo no se lastime.


Paula Roitman Pedagoga Especializada en el Aprendizaje del Sueño Infantil


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